jueves, 23 de octubre de 2014

Lo que te echo de menos en cuatro segundos

Hoy me he despertado con un regalo. Mi amigo Pepe me ha dejado cuatro minutos de intensa reflexión, a las cuatro de la mañana y con, estoy segura, más de cuatro copas de más. 

En esa grabación, mandada por whatsapp (porque ahora todo lo que tiene un sentido se manda por whatsapp), me habla de todo lo que echa de menos y, al final, me dice que echa tantas cosas de menos que no puede ser feliz.


Da qué pensar. Echar de menos es, sin lugar a dudas, el peor sentimiento habido y por haber. Todos echamos de menos algo o a alguien, o las dos cosas.




Echo de menos verte sonreír, ya no lo haces como antes. Te ríes, sí, y muchas veces a carcajadas, pero aquella sonrisa que iluminaba tardes de niebla ya no está. Echo de menos quemarme los pies con la arena de la playa y el alivio al llegar al mar; siempre a la carrera. 

Echo de menos tener el convencimiento de que jamás te ibas a ir. Jamás de los jamases. Pero si aquello fuera todavía así, ahora no te estaría echando de menos.


Echo de menos las noches de palabras sin sentido, de despertarme abriendo un ojo y encontrar tu brazo en mi abrazo. Encontrarte a ti, en resumidas cuentas.

Echo de menos todas las aventuras que juramos realizar y que ahora se han quedado plasmadas en fotos viejas, perdidas en algún lugar del disco duro. 



Echo de menos las vistas desde tu casa, las luces y la sensación de poder ver el mundo desde tu balcón. Echo de menos tu vida, aquella que me vendías con tantos cuentos que ninguno parecía mentira. 


Echo de menos aquella vena que se formaba cada vez que algo tenía un alto porcentaje de seriedad y que se desvanecía con cada broma y cada sinsentido. 


Echo de menos andar descalza por la calzada y sentir que algo tan absurdo como una herida no iba a cambiar mi camino. Echo de menos el sabor de tus historias que me cambiabas por besos. 

Echo de menos todo lo que juramos ser, y que hoy se nos ha olvidado. Echo de menos todo lo que tenía que ver contigo, lo que fue, lo que tenía que ser, todo tú y todo yo. 

1 comentario:

  1. Es curioso como a veces, no nos damos cuenta de lo que tenemos, sobre todo, esas pequeñas cosas que verdaderamente son muy grandes. Pero lamentablemente hasta que las perdemos no sabemos valorarlas como toca, por muy topicazo que suene.

    Un saludo,
    Patricia.

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