jueves, 14 de mayo de 2015

Guía útil para caballeros perdidos

Dime, por qué. ¿Por qué te empeñas en tocarme las narices? ¿No te das cuenta de lo guapo que estás con la boca cerrada? Pero di algo, sinvergüenza. No te quedes callado, como esperando que baje la Virgen y todo su séquito celestial. Pero cállate, que tu voz me irrita y me exaspera y me cabrea y voy a acabar pegándote cuatro gritos.

Porque nunca sabes qué decir ni cuándo callar. Y para eso estoy yo hoy, para echarte una mano. (Y a ver si tenemos suerte y uno que yo me sé lo lee y se entera de por dónde va la cosa).

Que ni somos tan complicadas ni somos encefalograma plano; ni conducimos mal ni nos gustan -solo- las películas de amor.

Somos más. Colega. Que no te enteras. 


1.- Si te digo que elijas un restaurante es porque quiero que me sorprendas; porque no quiero tener que pensar en ti, sino en mí. Que me lo merezco.

2.- Si te doy las llaves del coche no es porque no me apetezca conducir. Conduzco mejor que tú y, ¡lo sabes! Pero me gusta esa imagen tradicional y clásica de 'sube, que te llevo'.

3.- No me hables de mi ex. No me interesa ni que preguntes, ni que te compares. Y mucho menos hables de la tuya. No la menciones. Ni se te ocurra mantener contacto; es más, borra su teléfono. No existe. ¿Queda claro?

4.- Sí, estoy en línea. Sí, te estoy viendo. ¿Qué haces que no me escribes? ¿Con quién c*** estás hablando? Si quieres evitarte esto, abre el whatsapp, da señales de vida, manda un emoticono, ¡algo! Y ya ponte a comentar la final de la Champions. Pero lo primero, es lo primero.

5.- Y lo primero soy yo. Así de simple. No hay más.


6.- "¿Qué te pasa ahora?" No sé en qué momento y de qué idea absurda nace ese 'ahora'. ¿Qué pasa, que sieeeempre me tiene que estar pasando algo? No esperes una respuesta a esa pregunta. Espera un cóctel molotov, como mínimo.

7.- Y espera una bomba nuclear si decides intervenir en ciertos momentos clave. No me digas que tienes hermanas y que sabes lo que es. No me digas que no es nuevo y que pasa todos los meses. No me digas que estoy exagerando. Es más, no abras la boca. Porque es muy probable que te arranque la cabeza y que ni pestañee al hacerlo.

8.- Compra chocolate, trae una amplia selección de películas ñoñas y con final feliz, abrázame y cierra la boca. Y todo eso con una sonrisa. ¿Es tan difícil? Si lo hace Ashton Kutcher, ¿por qué no lo puedes hacer tú? ¿Por qué no puedes ser Ashton Kutcher?


9.- Ni después de más de dos mil años de historia, lo entiendes. Aunque de pequeñas nos gustaran los cuentos, aunque no nos pudiéramos dormir sin Cenicienta o La Bella Durmiente; no nos los creímos entonces y no nos los creemos ahora. ¿De verdad piensas que porque me digas que 'yo soy', y que 'tú eres' y que blablabla voy a caer rendida a tus brazos?

10.- Es más que probable que sí, que caiga. Que me crea tus cuentos y que me lleves a donde quieres, que hagas y deshagas a tu manera. Pero también es más que probable que la onda expansiva de mi furia te alcance cuando abra los ojos y vea el pedazo de mierda que estás hecho. Que parezcamos tontas no significa que lo seamos. Apúntatelo.

11.- Si llegas a este punto, donde además del pito has metido la pata, ¡huye! Corre lo más lejos que puedas, porque me voy a vengar de ti, voy a aplastarte con todas mis fuerzas. Y lo mejor de todo es que ni vas a ver venir el golpe.


12.- A veces -solo a veces- un 'perdona, soy un capullo' basta.

13.- Por cada minuto que pasa sin que pidas disculpas, es un centímetro más que se me hincha la vena. Aviso.

14.- Yo, para ti, soy lo primero. Tú, para mí, también, pero mis amigas, las noches de vino y sushi y las madrugadas de reggaeton, son sagradas.


15.- Deja de estudiar, dimite de tu trabajo, salte de la cola del paro. Tú lo que tienes que hacer es dedicarte al negocio del motor. Me has vendido la moto y te he comprado la equipación entera. Pero todo está defectuoso y me he pegado la hostia.

16.- Tenemos memoria. Y además, memoria selectiva. Si dices que me llamas mañana, llámame. Si dices que el sábado me llevas a cenar, no oses irte de cañas con amigos. Si dices que me bajas la luna, me voy a esperar, como mínimo, un par de estrellas.

17.- De verdad, en serio te lo digo: no hay nada peor que una mujer colérica.

18.- Aprende. Si te digo que 'estoy gorda' no es porque crea que lo esté. Es porque quiero oírte decir lo guapa que soy, lo preciosa que te parezco o alguna de sus variantes.

19.- Todo lo que hayas podido decir pierde validez en el momento en que te tomas la primera copa y lo que antes era blanco, ahora es gris oscuro.


20.- Pasado un tiempo pertinente, voy a olvidarte. O por lo menos voy a intentarlo. Me cueste con quien me acueste. Así que, por favor, si tu interés desaparece, que no vuelva. Porque si quiero marearme me subo en una montaña rusa. Con eso me basta.

21.- Déjate de tanto gris oscuro, claro o blanco roto. Con nosotras: cristalino.

22.- No busques que me parezca a tu madre, ni a tu hermana, ni a tu prima la del pueblo. Soy como soy. Y, si no te gusta, ya sabes donde está la puerta.

23.- "Estás loca". Error. ¿Oyes eso? Es el portazo que acabo de dar.

24.- Si salgo corriendo, sal detrás. Siempre. 

25.- No busques entenderme. Limítate a quererme.

martes, 28 de abril de 2015

Carta de amor definitiva

Esta es la última carta que te escribo. No porque ya no estés para escribirte, sino porque he tomado la inteligente decisión de parar mi mundo, cambiar de dirección y dejar de considerarte mi centro. Soy Ícaro, volando al Sol, y está empezando a hacer demasiado calor. Porque contigo es siempre así: tú juegas con fuego pero soy yo la que se acaba quemando. 

No me malinterpretes. Te quiero. Y para eso no hay cura ni palabras que lo describan. Pero tanto amor me sale por las orejas y está empezando a desbordar. Te quiero por múltiples razones y me quedo contigo por otras tantas. Pero huele a chamusquina y antes de salir herida prefiero guardarme la cartera, las llaves y el tabaco y salir de aquí echando millas. Qué le voy a hacer, siempre fui muy cobarde. 

Dicen mucho eso de que 'lo peor del mundo es amar y no ser correspondido'. Muy Moulin Rouge. Pero ni tú eres un escritor bohemio ni yo una zorra de burdel. Aunque hayas tenido el detalle de recordármelo alguna vez. Y, desde luego, no pienso acabar (atención spoiler) muerta. 



En fin. Al grano.

Peor es la enfermedad, el hambre, la pobreza... El amor al final es otra fase más de una vida en la que somos demasiado cobardes como para andar solos. Pero yo, de verdad de la buena, que quererte, te quiero. Pero, de nuevo, sigo volando hacia el Sol y me mareo de tanto calor. 

El amor es una carretera de dos direcciones, pero has debido de pillar atasco, porque hace tiempo que he llegado. Y mi vida se ha convertido en una triste historia en la que nazco, vivo, te quiero, te espero y muero. Y así no se puede. Bueno, en realidad, por poder se puede. Pero es que es tanto lo que te quiero que ya no quiero. 



No quiero seguir esperando. Algo. Lo que sea. ¿Hace cuánto que no me regalas flores? ¿Hace cuánto que no dices 'pues hoy, me quedo contigo'? A todas esas palabras ya les han salido telarañas. 

Pero esto sigue siendo una carta de amor. No de despedida. Porque tú sigues aquí y yo -porque no lo puedo evitar- también. Supongo que otra habría salido corriendo al primer grito, pero yo me mantengo, y esa es la mayor prueba de amor que te puedo dar.

Como ves, soy Ícaro y el Sol ya me ciega. Porque todo es de mí a ti. Creo que tu envío se ha perdido por el camino. Por favor, compruébalo. 


Nunca he sido honesta contigo. No con ese tipo de honestidad que te convierte en transparente. Soy de esas personas que deciden guardarse cosas para sí. De las translúcidas. Te enseño sólo lo que tengo cojones a enseñarte. Lo demás es mío. 

Pero tú tampoco lo pones fácil. ¿Me has preguntado alguna vez qué quiero? Todo aquello de "si pudieras pedir tres deseos..." a ti se te ha olvidado. Y mira que no te lo habré preguntado veces. Tontolaba

Creo que llega un momento en la vida en el que te toca sentarte a pensar qué es lo que quieres. Quién quieres ser, qué tipo de persona, y qué es lo que quieres conseguir. De todo. No solo de ti mismo. ¿Lo has hecho alguna vez? Definir esto y empezar a caminar hacia tu meta, es lo más complicado de todo. A mitad de camino nos rendimos y nos conformamos. Y ahí es donde está el fallo de la humanidad. 


Yo quiero una historia de película, de las que acaban en un porche con vistas al mar y cuarenta años de recuerdos a las espaldas. Quiero despertarme todas las mañanas y que cada día tenga algo nuevo. Quiero considerarme afortunada a pesar de los problemas. Porque problemas tenemos todos y lo que la vida te da por la derecha, por la izquierda te lo quita.


Quiero disfrutar de los atascos porque suena mi canción preferida. Quiero cantar a voz en grito y que nadie salvo yo, me oiga. Quiero una vida en la que las decisiones las tome yo, no otros, y en la que yo sea quien marque mis pasos y construya mi camino. Siempre he pensado que no hay nada peor que seguir la corriente. Somos personas, no un rebaño de ovejas. 


Quiero sentir amor y saber que según va, vuelve. Quiero que alguien me mire y no necesite decir nada más. Porque, cuando es de verdad, las palabras sobran. Quiero perdones en forma de besos. 


Y te quiero a ti. Pero eso, eso tú ya lo sabes.