jueves, 24 de diciembre de 2015

Carta a todo el que se ponga por delante

Quiero despertarme y leer un titular que diga que hoy todo va bien. Quiero que dé igual con qué pie pisar primero, porque va a ser un buen día (aunque caiga de cabeza). Quiero despertarme y verte, aunque sea roncando, y recordarme a mí misma que, después de la voz de Frank Sinatra, el tuyo es el sonido más hermoso

Quiero poder decir las palabras hermoso, bello y amar, y que nadie me tome por descendiente de William Shakespeare.  Quiero mirarme en el espejo, apartar las legañas, y sentirme orgullosa (y ya de paso, feliz) de la persona que tengo ante mí. 


Quiero seguir escribiendo cartas a Papá Noel, Reyes Magos, al Ratoncito Pérez e incluso al Hombre del Saco, a ver si viene a buscarme y me suelta en alguna playa, a poder ser, del Mediterráneo. 

Quiero que no se nos olvide que un día fuimos niños y que todavía tenemos que seguir siéndolo. Porque como dijo el escritor británico Gilbert Keith Chesterton: "Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es una maravilla". Y esto, queridos, se nos ha olvidado. 


Hemos olvidado la emoción de esperar por los regalos, de sentarnos en la mesa y recordar, precisamente, cómo eran las cosas cuando medíamos medio metro. Hemos olvidado lo que significa compartir, las discusiones por política que acaban en risas y en botellas de vino vacías. Hemos olvidado que la vida está para vivirla, para almacenar recuerdos y fotografías que algún día, nos alimentarán. 

Quiero que corra el champán y no la sangre, que esta noche -y mañana, y al otro- las únicas armas que tengamos en las manos sean abrazos. Y que imágenes como esta se repitan día sí, día también. 

                                                                    Fotografía: @alilopp

Quiero que todo se haga porque sí, que no haya motivos ocultos para el exceso de cariño, ni para los favores. Quiero que no haya ausencias y que, si las hay, se recuerden a cada momento. Quiero que la vida siga repartiendo buenos momentos, para mí, para ti y para todos. Porque aunque haya quien me lleve la contraria, siempre he creído y creeré hasta el punto y final de mi vida, que cosas buenas le pasan a la gente buena. 

Quiero que dejes de tener miedo de vivir, que dejes de andar cabizbajo y que el agobio deje de colarse por cada poro. Quiero que juegues bajo la lluvia y que el frío no esté lo suficientemente bajo cero como para que nieve. Y que ese sea tu único motivo de enfado. 


Quiero que hoy olvidemos a quien hay que olvidar porque no merece la pena seguir recordando, pero que nos acordemos una y otra vez de aquel al que nunca debimos olvidar. Porque la vida es así de traicionera, pero somos más fuertes y, si nos apetece, le ponemos la zancadilla y seguimos el camino de baldosas amarillas. 

Quiero que hoy cojamos el teléfono y marquemos ese número que hace tiempo que no marcamos pero que, como montar el bicicleta, nunca se olvida. Y que no haya reproches, solo palabras de amor, de cariño, un cómo te va todo y un tengo ganas de verte, vamos a tomarnos una cerveza. Y que la respuesta a eso esa un una no, dos o tres

Quiero irme a dormir esta noche pensando: "Hoy ha sido un buen día, y mañana será mejor". Feliz navidad.



miércoles, 18 de noviembre de 2015

Para encontrarse, primero hay que perderse

Dice Eduardo Galeano: "En los extravíos nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse". Y eso es lo que me ha pasado. He perdido el rumbo, la dirección, la luz del faro, el norte y el sur. Me he perdido a mí misma y te he perdido a ti. 

Creo que de las malas decisiones salen los caminos correctos. O por lo menos me consuelo pensándolo. Y en esas estoy ahora, volviendo a ti después de irme. Aunque, si te soy sincera, nunca me fui del todo. 

Podría enumerarte todo lo que quiero -y que antes no sabía que quería- pero todo se resume en que quiero volver a contar estrellas, a contar latidos; quiero volver a verte y quererte. Y quiero todo lo que tenga que ver contigo, cueste lo que cueste. 


Quizá soy demasiado niña, pero estoy sufriendo como esa adulta que siempre has querido que fuera, aunque ese dolor no me pertenezca. No tengo derecho a ello, pero no me doy por vencida. Porque la vida te empuja, te golpea, te pone la zancadilla pero al final no se trata de cuántas veces te caes, sino de cuántas te levantas. Y, por Dios te digo que ese eres tú, mi estabilidad, mi equilibrio, mi punto de inflexión. Eres el límite de todo, mi diferencia entre el bien y el mal, el que me ayuda a ser quien quiero ser, la mejor versión de mí misma. 

Y no recuerdo en qué punto del camino perdí el rumbo. 


Dicen que el que avisa no es traidor, y yo voy a ir hasta el final del mundo contigo. Te aviso. Por ti rozo el horizonte con estas manos que -pecando de ñoña- sueñan con volver a acariciarte, porque no sirven para otra cosa.

Vuelve. Vuelve, por favor, que yo nunca me fui del todo.


Porque ahora que he probado la vida sin ti; prefiero todo lo demás contigo. Dice Marwan que 'todos mis futuros son contigo', pues yo estoy en ese punto. Mis días son un continuo pasar de horas, sin ningún tipo de aliciente, sin nada que lo haga diferente, sin salsa, sin pan, sin ti. 

He buscado más allá lo que solo tenía contigoY ahora no quiero otra cosa que no sea oírte respirar. Y aquí, tras los acordes de la guitarra de Paco de Lucía, sigo esperándote, sigo esperándonos. 



A Lucía.